Legend of:

The Land Of The Whispering Pines.

How well I remember those large stately pine trees growing on the side of the hill behind the house I grew up in. Under them was a place to sit on the soft, warm cushion of pine needles, listening to the sigh of the summer breeze through the canopy of green above.

It was like the soft whispering of angels in my ears as I lay in the shade, enjoying the cooling summer breeze.

These were the times I remember my father the best. On the weekends, we would sit under those grand sentinels with the canopy of green above, enjoying some conversation—sometimes trivial stuff, other times really good, deep discussions over a shot or two of Segrams Five Star; that was his favorite.

I spent many lovely sunny summer days under those pine trees, either for solace or just to discuss my day and my tribulations—the troubled times, the good ones, and the sad ones. Under those pine trees, I buried my mom's and dad's shoes side by side, listening to the whispering pines.

The Fairy Lady

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Leyenda de:

La tierra de los pinos susurrantes.

Recuerdo muy bien esos grandes y majestuosos pinos que crecían en la ladera de la colina detrás de la casa en la que crecí. Debajo de ellos había un lugar para sentarse en el suave y cálido cojín de agujas de pino, escuchando el suspiro de la brisa de verano a través del dosel verde de arriba.

Era como el suave susurro de los ángeles en mis oídos mientras yacía a la sombra, disfrutando de la refrescante brisa de verano.

Esos eran los momentos en los que mejor recuerdo a mi padre. Los fines de semana, nos sentábamos bajo esos grandes centinelas con el dosel verde arriba, disfrutando de alguna conversación, a veces cosas triviales, otras veces discusiones realmente buenas y profundas con un trago o dos de Segrams Five Star; esa era su favorita.

Pasé muchos hermosos días soleados de verano bajo esos pinos, ya sea para consolarme o simplemente para hablar de mi día y mis tribulaciones: los tiempos difíciles, los buenos y los tristes. Bajo esos pinos, enterré los zapatos de mi mamá y de mi papá, uno al lado del otro, escuchando el susurro de los pinos.

La Dama de Hadas