The Green Dragon
There was once a giant green dragon who had just had lunch, an unfortunate Englishman who had wandered onto the tiny island of Cocamo, The Dragon's home.
On this day, the dragon lay in the sun on the beach, sunning herself. Suddenly, the dragon began to twitch and gyrate wildly in the sand, like a dog chasing their tail. The dragon laughed hysterically and giggled, with tears running down from the big reddish-brown eyes twinkling with a glint of annoyance; the dragon shouted, "Stop!"
The sand flees jumped off, giggling, and left as the dragon tried to fire up a flame to fry their little arses but could only sit and scratch with her back leg, then slumped in the sand with a loud thump shivering and panting, exhausted from all the tickling.
The sun was setting, so the giant green dragon waddled her way to the only enormous palm on Cocamo island, plopped herself down upon the ground for the night, sighed a great puff of smoke, twitched a couple of times, and then was fast asleep.
And here comes the Scotch Elf from under Interstate 88 bridge to Delfwago, Kentucky, and you ain't a whistlin', Dixie! No kiddin'! An American Scottish Elf.
The Elf sprung a hole in the boat and didn't have a bailin' bucket, so he swam to shore on Cocamo Island. So now we have a wayward American Scottish Elf down on his luck living happily forever after with a twitching flea-bitten dragon.
The Fairy Lady
Meet Samantha the dragon;
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El Dragón Verde
Había una vez un dragón verde gigante que acababa de almorzar, un desafortunado inglés que había llegado a la pequeña isla de Cocamo, el hogar del Dragón.
Ese día, el dragón estaba tumbado al sol en la playa, tomando el sol. De repente, el dragón empezó a retorcerse y a girar salvajemente en la arena, como un perro que se persigue la cola. El dragón se rió histéricamente y soltó una risita, con lágrimas corriendo por sus grandes ojos de color marrón rojizo que brillaban con un destello de fastidio; el dragón gritó: "¡Alto!".
Las pulgas de arena saltaron, riendo, y se fueron mientras el dragón intentaba encender una llama para freírles el trasero, pero solo pudo sentarse y rascarse con su pata trasera, luego se desplomó en la arena con un fuerte golpe, temblando y jadeando, exhausto por todas las cosquillas.
El sol se estaba poniendo, así que el dragón verde gigante se tambaleó hasta la única palmera enorme de la isla Cocamo, se dejó caer al suelo para pasar la noche, exhaló una gran bocanada de humo, se retorció un par de veces y luego se quedó profundamente dormido.
Y aquí viene el duende escocés desde debajo del puente de la Interestatal 88 hacia Delfwago, Kentucky, ¡y no eres un silbador, Dixie! ¡En serio! Un duende escocés americano.
El duende hizo un agujero en el bote y no tenía un balde para achicar, así que nadó hasta la orilla de la isla Cocamo. Así que ahora tenemos a un duende escocés americano descarriado que ha tenido mala suerte y que vive feliz para siempre con un dragón que se retuerce y está lleno de pulgas.
La Dama de Hadas
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