A Little Nonsense.
Once upon a time, there was this little alien named Winky. She came from a planet, McKinky, in sector eight of the 12th matrix in the McKinnly quadrant. She was said to be knee-high to the grasshopper's cousin named Jimmy the Cricket. She was charming in her own unique way, odd but unique.
She came out into the Grand Hall of Space Cadets in her psychedelic fur coat. She had those cute florescent antennas upon the back of her head, with tiny orbs of light on the ends that blinked on and off: red, green, blue, purple, pink, and yellow...
She looked like a psychedelic furball, but when she stood tall, with those big, sad black eyeballs, winking and blinking, and those long eyelashes, flippin', she was a' wearin' a rather tight purple spacesuit that melted Leopaul's heart, as he fell to his right knee, and sneezed then promised he would sell three shoes, for the price of two pence over the fence, if she pressed his pants and took his hand in marriage. Wow! What a happy ending.



"Get down, Spot!" I shout to my pet robot dog just a' lickin' the TV screen. "Slow down, slow down, boy!" Darn, those robot dogs; they just don't listen worth a hoot! "I don't want to see you blow a vacuum tube again, Spot! They are hard to find."
The Fairy Lady
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Una pequeña tontería.
Érase una vez una pequeña extraterrestre llamada Winky. Procedía de un planeta, McKinky, en el sector ocho de la matriz 12 del cuadrante McKinnly. Se decía que le llegaba a la rodilla al primo del saltamontes, llamado Jimmy el Grillo. Era encantadora a su manera, extraña pero única.
Salió al Gran Salón de los Cadetes Espaciales con su abrigo de piel psicodélico. Tenía esas lindas antenas fluorescentes en la parte posterior de su cabeza, con pequeños orbes de luz en los extremos que parpadeaban: rojo, verde, azul, violeta, rosa y amarillo...
Parecía una bola de pelo psicodélica, pero cuando se erguía, con esos grandes y tristes globos oculares negros, que parpadeaban y guiñaban, y esas largas pestañas, que volteaban, llevaba un traje espacial violeta bastante ajustado que derritió el corazón de Leopaul, mientras caía sobre su rodilla derecha y estornudaba y luego prometía que vendería tres zapatos, por el precio de dos peniques sobre la cerca, si ella le planchaba los pantalones y tomaba su mano en matrimonio. ¡Guau! Qué final feliz.



"¡Bájate, Spot!", le grito a mi perro robot mascota que está lamiendo la pantalla del televisor. "¡Más despacio, más despacio, muchacho!" Maldita sea, esos perros robot; ¡simplemente no escuchan ni lo más mínimo! "No quiero verte explotar una válvula de vacío otra vez, Spot. Son difíciles de encontrar".
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